Sesenta
y un años muy bien llevados… A lo mejor contribuyen tus creencias. Felicidades
en todo caso.
De honor, nada de nada. Los
contertulios somos iguales y si estoy escribiendo esto es por una cierta
obligación al creer que todos los que participamos en la tertulia debemos
entender lo que dicen los otros.
¡¡ Y no consigo entenderte, tocayo
!! No veas segundas intenciones: No es que no me guste tu forma de expresarte,
ni que me rebele ante tus afirmaciones, mucho menos que me enfade porque te
olvides de Illescas, o por usar – adrede dices – expresiones crípticas para ti
normales. Es que no consigo entenderte. Y eso que estoy empleando en intentarlo
mucho más tiempo del que la prudencia directamente me aconsejaría.
De lo que podía decir sobre tus
temas Julio Verne, no me acuerdo. La verdad es que leí en su día dos o tres
obras de las más conocidas y lo único que recuerdo era su intención de hacer
verosímil mediante algunas fórmulas e inventos bien traídos, un relato lleno de
imaginación, como puede haberlo hecho más recientemente García Márquez al
describir Macondo y sus ciénagas…
En cuanto a Leonardo, leer, leer, no
he leído nada de él. Vi en Italia una exposición que intentaba reproducir sus
croquis con maquetas muy bien acabadas, he visto después esos dibujos repetidos
hasta la saciedad y he oído hablar de que se daba el gusto de escribir de forma
que sólo se pudieran leer utilizando un espejo. Y además, mucha admiración, no
exenta de nacionalismo, ante sus cuadros, no tan numerosos. Por tanto no sé en
qué aspecto puede considerarse un argumento a favor de la vida extraterrestre y
de unas teorías sobre un mundo armónico. Supongo que considerando que sus
inventos anticipados se los habían comunicado nuestros ancestros visitantes de
otros mundos…
En cuanto a los otros nombres que
citas, te confieso que mi comportamiento
no ha sido científico. Debía haber leído los libros de todos ellos y me he
limitado a “enredar” en Internet. Pero te aseguro que las páginas y blogs de
todos, los artículos del periodista, los
resúmenes de las obras de otros, o los videos del peruano, dedicados a
explicarse, me han aburrido profundamente y en general, no he terminado de
leerlos o verlos. En cambio lo que si he leído es un corto artículo de un tal
Mauricio-José Schwarz que se llama “El
retorno de los charlatanes”, donde se
divierte describiendo el método usado por estos pseudocientíficos para
conseguir ser traducidos o múltiples idiomas (en un caso se habla de treinta y
dos), dar conferencias por doquier y en todo caso poder vivir cómodamente de
las exposiciones sobre sus teorías.
En tu caso, aunque es verdad que no
lo dices, me “suenan” expresiones que recuerdan las que se utilizan en el yoga
como soporte a los ejercicios. Tampoco conozco a fondo el budismo, pero sin
duda, en tu ética hay algo que lo recuerda mucho.
Hablas de lo trascendentales de las
verdades, es decir, de que van más allá
del descubrimiento de que se trata y tienen consecuencias importantes para
nosotros. En general, no me lo parecen tanto. Simplemente contradicen algunas
de las teorías provisionalmente admitidas por la ciencia en este momento, en
espera de que nuevas investigaciones demuestres en qué estaban equivocadas...
La ciencia es desapasionada, áspera y trabajosa de conocer,
la investigación lenta, los sistemas de admisión de nuevas teorías en el mundo científico
muy complicada. Por eso es más fácil negarla y “tirar por el camino de en medio”
simplemente aligerándola de todos esos incordios y proporcionando a la gente
motivos para poner en tela de juicio todo lo que les enseñaron los mayores.
Te sugería en mi anterior comentario
una sesión (o varias, si resultaren necesarias) especiales dedicadas al tema.
Tú, pareces preferir que renunciemos al criterio que veníamos manteniendo de
dejar fuera de comentarios la religión y
la política. Te apoyaré para que discutamos los dos métodos en la próxima
reunión y que los asistentes decidan.
Tu propuesta indica que crees en tus
teorías como se cree en las verdades religiosas, Con la misma firmeza y
aparente soporte ideológico que se defienden los dogmas católicos. Por contra,
los que creemos en la ciencia, no estamos absolutamente seguros de nada. Creo
que tenemos razón, pero estoy, también absolutamente, dispuesto a que me
convenzas de lo contrario. Un abrazo.
Pendo sobre el muro que separa a los dos Fernandos.: a un lado, la luz de la razón, y al otro, la fe ciega en el más allá de la razón.
ResponderEliminarLa verdad es que el ser humano necesita encuadrar el círculo para distraer sus miedos.