Pegines (o Pejines si hago caso
a Google) es como se llamaba antiguamente el pueblo de Villaluenga. Y con
Pelayo fui a Pejines el día de su media fiesta, el domingo pasado, celebración
de la Merced. La otra media creo que se
celebra el día de San Andrés que es el patrón de la parroquia y que no sé
cuándo cae. (*)
Villaluenga ha cambiado mucho
con los avances de la técnica. Antiguamente el polvo de cemento de su fábrica
cubría los árboles, las calles y los tejados dándoles un aire uniforme, triste
y mortecino. Ahora es un pueblo normal y el domingo lucía el verdor de su calle
principal y los colores de sus banderitas de fiesta.
Nos llevó en su coche Miguel, el hijo de
Pelayo y el objetivo era conocer varias de sus mejores obras de arte, y al
tiempo comprobar la consideración que le tienen los habitantes del pueblo.
Después de la misa solemne nos acercamos a ver los trabajos que hizo Pelayo por
encargo de la Cofradía. El primero, que da carácter a toda la iglesia es el
retablo del altar mayor, muy conseguido a pesar de la reducida altura en que ha
debido desarrollarse. Sencillo, pese a los dorados, es lástima que las pinturas
que decoran sus huecos sean de poca calidad y con colores chillones. Con un
esquema tradicional, posé un Calvario coronándole que es, ese sí, de Pelayo, y
es lástima que se encuentre tan alto para contemplarlo debidamente. Con motivo
de la fiesta, dos estandartes impedían la plena visión del conjunto. Fue
terminado ya en este siglo y su hijo recodaba las dificultades para manejar sus
piezas a una respetable altura.
La segunda foto reproduce el
altar donde habitualmente se encuentra la Virgen de la Merced cuya imagen se
encontraba por la fiesta sobre la carroza, permitiéndonos centrar nuestra atención
en el magnífico trabajo de talla que caracteriza a sus columnas salomónicas y a
las guirnaldas que llenan la parte alta del alfiz. En la parte de abajo del
altar se identifica a nuestro paisano como autor del conjunto
La última foto corresponde a la parte de abajo de la carroza de la citada Virgen de la Merced, cuyo escudo adorna los ángulos de la plataforma. El dosel, que no hemos podido recoger en la foto, es muy sencillo como corresponde a las cuatro columnillas en hélice que le sostienen. Disimulando la palanca del timón que rige las ruedas, está el escudo de Villaluenga que, como corresponde, tiene el castillo que con el nombre del águila, también representada, ocupaba el cerro donde hoy se yergue la fábrica de cementos de Lafargue.
A continuación participamos en
el nutrido ágape que se había preparado para todos los vecinos delante de la
fachada del Ayuntamiento, lo que nos permitió conocer a múltiples vecinos que
se acercaron a saludarnos y que no paraban de alabar el trabajo que realizó Pelayo
en su localidad.
En resumen, una mañana muy
agradable y que nos permitió valorar más la personalidad y la obra de nuestro
convecino.
Illescas, 30 septiembre 2017
Fernando
Elena Díaz
(*).- Fernando no conoce el dicho: dichoso mes, que
empieza por los santos y termina con San Andrés.
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