De la Sinopsis de la nueva novela de Arturo Pérez Reverte, he copiado el fragmento que me llamó poderosamente la atención y me incitó a buscar en mis archivos el siguiente artículo que hace algunos días publicó Revista de Historia.
Será interesante leer la novela de Pérez Reverte y comparar como ven uno y otra al mismo personaje.
PARTE DE LA SINOPSIS de “Sidi. Un relato de frontera”
La nueva novela de Arturo Pérez-Reverte
No tenía patria ni rey, sólo un puñado de hombres fieles.
No tenían hambre de gloria, sólo hambre.
Así nace un mito.
Así se cuenta una leyenda.
«En él se funden de un modo fascinante la aventura, la historia y la leyenda. Hay muchos Cid en la tradición española, y éste es el mío.»
«El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Colgó la espada del arzón, palmeó el cuello cálido del animal y echó un vistazo alrededor: sonidos metálicos, resollar de monturas, conversaciones en voz baja. Aquellos hombres olían a estiércol de caballo, cuero, aceite de armas, sudor y humo de leña”.
PUBLICACIÓN DE REVISTA DE HISTORIA - 8 Octubre 2019 –
¿Por qué El Cid fue tan leal a su Rey?
“¡Dios, qué buen vasallo si hubiera buen señor!”
Porque la historia de Rodrigo Díaz fue casi un continuo enfrentamiento con el rey Alfonso VI y sin embargo siempre le fue fiel. ¿Por qué le fue tan fiel? ¿Cuáles eran sus motivos?
Había nacido en una familia noble, los Laínez o Flaínez que se enorgullecían de ser descendientes de Laín Calvo, el primer juez de Castilla. Claro que su padre, Diego, tenía dos problemas: uno que no era el primogénito de la casa y por lo tanto no heredaría nada y otro que en la lucha del rey Bermudo contra su cuñado Fernando, Conde de Castilla, se había puesto de parte del verdadero rey.
La muerte de Bermudo dio la corona de León a Fernando y Diego prefirió exilarse de la corte y ganarse la vida como soldado de fortuna en la frontera, donde las tierras que ganaran serían suyas exceptuando el quinto del rey.
Pero su temprana muerte hizo que su mujer, María, también noble y cuya familia estaba en buenas relaciones con el rey Fernando, mandara a su hijo a educarse a la corte como paje del príncipe Sancho. Desde un principio Sancho y Rodrigo congeniaron, a ambos les gustaba la guerra.
Ya con dieciséis años, Rodrigo acompañó a Sancho a defender Graus del ataque del rey aragonés Ramiro I. Graus pertenecía a Muqtadir, rey de Zaragoza, que pagaba parias al rey de León y por lo tanto tenían la obligación de defenderle.
Sancho le nombró caballero por su valentía a los diecinueve años y más tarde le nombró su Armíger ( el que lleva sus armas) y Alférez , eso equivalía a ser el segundo en el ejército después de Sancho.
No era de extrañar aquel afecto del príncipe por su amigo: Rodrigo sabía leer y escribir, entendía de leyes, templaba muchas veces los arrebatos del colérico Sancho y era un buen estratega.
El título de Campeador o Campis Doctor, lo ganó peleando contra el Alférez de Navarra al que venció. El de Sidi ( señor en árabe) lo ganó más tarde
Sancho, que era el mayor, esperaba heredar todo el reino a la muerte de su padre, pero el rey dividió su reino en tres partes, a García, el menor, le dio el reino de Galicia, a Alfonso, el segundo, le dejó el reino de León, y a Sancho le dejó el condado de Castilla, que elevó a reino para tratar de conformar a su hijo.Pero Sancho no se conformó, quería todo el reino. Primero arrebató Galicia a su hermano García ayudado por Alfonso, luego se volvió contra su hermano Alfonso y le venció en la batalla de Golpejera. Pero no era Sancho, sino Rodrigo, el que mandaba aquel ejercito. Fue la primera humillación de Alfonso ante Rodrigo.
Tras aquella victoria Sancho se coronó rey de Castilla, León y Galicia. Rodrigo era su mano derecha.
Pero muchos de los nobles de Alfonso no estaban de acuerdo con Sancho y se refugiaron en la ciudad de Zamora dispuestos a luchar por su rey apoyados por Urraca que siempre defendió a Alfonso.
El destino quiso que Sancho muriera en el cerco de Zamora, asesinado a traición por un noble zamorano llamado Bellido Dolfos.
Puesto que no tenía hijos, la corona pasó a su hermano Alfonso que volvió de Toledo a donde había huido tras su fuga del monasterio de Sahagún, dispuesto a ser coronado rey.
El ejercito de Sancho estaba al mando de Rodrigo y volvió a León para la coronación del nuevo rey. Pero se hablaba mucho de la posible culpabilidad de Alfonso en la muerte de su hermano Sancho ( parece ser que las relaciones de Urraca con Alfonso eran algo más que fraternales), así que Rodrigo, como máximo representante del ejercito del difunto rey, le pidió un juramento en Santa Gadea de que no había tomado parte en aquel crimen.
Algunos historiadores dudan de que se atreviera a pedir al rey ese juramento, que sólo está documentado en los Cantares de Gesta que tienen muchas inexactitudes.
Alfonso le recibió aparentemente con los brazos abiertos, pero nunca olvidó su humillación en Golpejera.
De entrada le quitó su puesto de Armíger y se lo dio a García Ordóñez, (a quien llamaban “ el boca torcida” por su afición a hablar mal de todo el mundo) dejándole en un puesto muy inferior. Después le casó con su prima Jimena que era de su misma edad o quizás un poco mayor, quizás pensaba que incluyéndole en su familia compraba su fidelidad. La dote que el Cid entregó a su esposa era la de un hombre rico: comprendía 39 pueblos y sus tierras.
El rey le mandó a defender el reino de las frecuentes incursiones de los almorávides, pero en una de estas correrías entró sin saberlo en las tierras del rey de Toledo, gran amigo de Alfonso. El rey de Toledo protestó y Alfonso aprovechó la ocasión para desterrarle por primera vez.
Rodrigo dejó a su mujer y a sus hijas en San Pedro de Cardeña protegidas por la Iglesia, su hijo no estuvo en el monasterio porque seguramente se estaba educando con su tío el Conde de Asturias, todos los hijos de los nobles se educaban fuera de su casa ya que el hombre solía estar ausente y se consideraba que una mujer podía educar a sus hijas, pero no a sus hijos, que necesitaban una formación militar.
Rodrigo marchó a Barcelona para ofrecer sus servicios a los Condes de Barcelona, los hermanos Ramón Berenguer y Berenguer Ramón, pero fue rechazado. No se atrevió a ofrecer sus servicios al rey de Aragón porque en Graus había muerto el rey aragonés luchando contra él y temía ser mal recibido, así que marchó a Zaragoza y ofreció sus servicios a Muqtadir , allí permaneció varios años y encontró fama y fortuna por sus valientes hazañas.
Pero la derrota de Alfonso en Sagrajas por los almorávides le hizo ver la necesidad de volver a contar con las huestes de tan buen guerrero y se reconcilió con él. En esa reconciliación mediaron los buenos oficios de la reina Constanza ya que el rey no quería ser el que diera el primer paso.
¿Por qué volvió Rodrigo al servicio del rey de León si tenía una gran mesnada y podía vivir como un señor de la guerra?
Porque su familia vivía encerrada tras las tapias de un monasterio, excluida de la corte, lo mismo que su hijo, cuyo padre era un desterrado sin honor. Además si se negaba el rey podía quitarle sus tierras y dejar a su familia en la miseria, aparte de que los musulmanes más intransigentes no querían cristianos en sus tropas.
Así que Rodrigo marchó a Toledo donde Alfonso volvió a recibirle con los brazos abiertos. Según cuenta la tradición, el Cid tomó hierba entre sus dientes, se arrodilló ante el rey y le rindió sumisión. A cambio el rey le prometió que todas las tierras que tomara en Levante serían suyas y de sus descendientes y le restituyó bienes y honores.
Pero aquella armonía sólo duró unos años.
García Ordóñez se enfrentó a él varias veces y Rodrigo salió vencedor, eso aumentó su inquina contra el campeador y siempre que podía procuraba enemistarle con el rey y la mejor ocasión que se le presentó fue la toma de Aledo.
El rey combatía contra el rey de Murcia y llamó a Rodrigo para que acudiera en su ayuda, pero llegó tarde, quizás mal informado por alguno de los nobles que no le querían en la corte.
Los nobles, con García Ordóñez a la cabeza le acusaron de estar más de parte de los musulmanes que de los cristianos; llevaba muchos años guerreando para ellos.
Alfonso se dejó llevar de las habladurías y su furia se desató: le declaró traidor y proscrito y le expulsó del reino.
Pero esta vez fue mucho más duro: encerró a su mujer y a sus hijos en prisión y le confiscó todas sus tierras.
Era muy duro ser un proscrito; nadie podía ofrecerle comida o alojamiento durante su camino al exilio. Si un campesino desobedecía al rey, sus campos eran sembrados de sal y estaba destinado a morir de hambre. Si no tenía tierras simplemente se le sacaban los ojos, castigo muy común en aquellos tiempos.
Rodrigo pidió el derecho a defender su honor en un duelo : lucharía contra el caballero que el rey eligiese. Un emisario llevó su carta según nos cuenta la Historia Roderici en la que Rodrigo usa un lenguaje humilde.
“ Mi señor Rodrigo, tu más fiel vasallo, me envía a ti, rogando, besando tus manos…”
Pero el rey no le concedió el derecho al duelo, posiblemente porque era el mejor guerrero de la cristiandad y si hubiera ganado en la pelea se hubiera visto absuelto de aquella acusación.
Rodrigo marchó al exilio seguido tan sólo de una pequeña tropa, pero la noticia de su injusto destierro se extendió por toda Castilla y los hombres, trayendo su comida y sus armas, se unieron a él en cada pueblo que pasaban. Se dice que al llegar a la frontera eran más de 5.000 hombres, aunque ese número puede ser algo exagerado.
Cuando llegó a oídos de Martín Antolínez , un antiguo soldado del Cid, la noticia de su injusto destierro, dejó su tranquilo retiro en Burgos, vació las bodegas de su casa solariega y cargando varias carretas con toneles de vino, sacos de harina y embutidos y se fue en busca de Rodrigo acompañado de una pequeña tropa.
Nuevamente comenzó su vida en la frontera y en pocos años pudo vivir de la parias que cobraba a las ciudades que protegía: Valencia, Lérida, Tortosa, Denia, Albarracín, Alpuente, Sagunto, Jerica, Segorbe y Almenara le pagaban a él lo que antes pagaban a otros reyes, entre ellos Alfonso, que perdió las parias de Valencia.
Furioso por esta pérdida, el rey se presentó en Valencia y exigió un tributo cinco veces superior al que pagaban a Rodrigo, para ello contaba con la colaboración de Sancho, rey de Aragón y del conde de Barcelona, pero Rodrigo, previsoramente, había firmado con ellos un acuerdo de paz y sólo atacaron Tortosa, pero no Valencia.
Cuando el Cid, que estaba ausente, se enteró del ataque, le respondió duramente al rey: él le pagaría con la misma moneda. Reunió un gran ejercito, entró en Nájera y Calahorra y arrasó los campos; eran las tierras de su enemigo García Ordóñez que le pidió un plazo de siete días para presentarle batalla. El Cid se los concedió, pero pasado el plazo García no se atrevió a presentar batalla y Rodrigo se retiró a Zaragoza con un abundante botín y miles de cautivos. Desde entonces ningún rey cristiano se atrevió a enfrentarse a él.
En Valencia reinaba el disoluto Al Quadir, pero los intransigentes almorávides no estaban de acuerdo con él: pagaban unas parias altísimas y lo que era peor: también tenían que pagar un tributo a la iglesia Mozárabe y aquello era un sacrilegio para un buen creyente como Ibn Yahaf, que asesinó a Al Quadir y se hizo nombrar rey de Valencia.
Rodrigo, que estaba en Zaragoza y acababa de volver de arrasar las tierras de Ordóñez, montó en cólera. Ahora tenía el protectorado de todo Levante, pero si no vengaba la muerte de su protegido, nadie le respetaría ni le pagaría parias.
Cercó Valencia y arrasó sus huertas. Se dice que sus habitantes comieron perros, ratas y gatos, e incluso la carne de sus muertos. Al final se rindieron y Rodrigo recibió la ciudad y el tesoro del antiguo
Yahaf fue ajusticiado públicamente y el honor de Al Quadir fue vengado.
Ahora la rica ciudad de Valencia era suya. ¿Por qué no se hizo rey, si era el guerrero más poderoso del momento?
Porque su familia estaba presa del rey de León y sus tierras confiscadas y quería recuperar todo: tierras y honores, no quería que su hijo, con apenas veinte años, sufriera la vergüenza y el deshonor de ser el hijo de un traidor.
Debía actuar con prudencia: de entrada se nombraría príncipe de Valencia, así no ofendería al rey igualándose a él.
Eligió del tesoro de Al Quadir sus más bellas joyas, vajillas de oro y plata y trajes bordados de pedrería y le envió a Alfonso el más rico presente que jamás viera, declarándose además su vasallo.
Alfonso recibió el presente con alegría; al mismo tiempo se había ganado un gran vasallo y eliminado un poderoso enemigo.
Levantó la confiscación de sus tierras, le devolvió todos sus honores y su familia llegó a Valencia acompañada de Alvar Fáñez, amigo y familiar del Cid.
Todos los habitantes de Valencia estaban contentos con su príncipe: era magnánimo, no les agobiaba a impuestos y las tres religiones tenían libertad de culto: la ciudad prosperaba y Rodrigo comenzó a pensar en que su hijo Diego fuera algún día rey de Valencia y comenzara una nueva saga.
Pero no ocurrió así.
El rey no tardó en pedir a Rodrigo que le auxiliara en su lucha contra los almorávides y puesto que no podía dejar Valencia desprotegida, mandó a su hijo Diego al mando de una tropa de 300 caballeros. Aquello era un honor pero también un peligro: se daba cuenta de que su hijo era un rehén que garantizaba su fidelidad.
Diego murió en la batalla de Consuegra en la que el rey fue derrotado, tenía entonces veintiún años. Algunas crónicas acusan a García Ordóñez de ser el responsable de su muerte por no dejarle retirarse a tiempo. Posiblemente fue la venganza que nunca pudo llevar a cabo contra su padre.
Rodrigo nunca se recuperó de la muerte de su hijo y murió dos años más tarde.
García Ordóñez murió pocos años después en la batalla de Uclés, tratando de defender al infante Sancho, el único hijo del rey, que también murió.
Ahora fue el rey el que lloró desconsolado la muerte de su heredero.
Jimena fue Señora de Valencia por poco tiempo: muerto el Cid los almorávides intentaron recuperar la ciudad y lo consiguieron dos años después ya que Alfonso no tenía suficiente ejercito para defenderla.
Jimena y sus tropas salieron de Valencia llevándose sus bienes y el cadáver del Cid que había sido enterrado en la catedral. Antes de abandonar la ciudad todos los palacios fueron quemados y los bienes que no pudieron transportar se destruyeron. La riqueza de Valencia desapareció, el sueño de una saga del Princeps Rodericus también. Rodrigo entró en la leyenda como el mejor y más leal soldado que jamás tuviera un rey. Su fama eclipsó a la de Alfonso VI.
Autor: Nissim de Alonso para revistadehistoria.es
COMPLEMENTO AL ARTÍCULO ANTERIOR
El acta natalicia de la literatura española. El único cantar épico que se ha conservado casi completo. El códice que lleva siglos oculto al gran público. De convento en convento, incluso en cámaras acorazadas, a las manos de la familia Pidal y después de la Fundación March a la Biblioteca Nacional de España. El Cantar del mío Cid, las aventuras de los últimos años de Rodrigo Díaz, carga con misticismo sobre su autor, con intensos estudios sobre sus versos y con haber sido visto sólo por unos pocos.
Por eso, ahora, la BNE ha decidido mostrárselo al gran público. Se trata de un manuscrito que acumula siglos y que, aunque ha sido cuidado, se encuentra en un estado delicado. Como asegura Javier Docampo, jefe del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la institución, «en muchas de sus hojas hay manchas de color pardo oscuro debido a los reactivos utilizados ya desde el siglo XVI».
Por eso, su exposición será corta, 15 días y después será una copia la que ocupe su lugar hasta que finalice la muestra el 22 de septiembre.
«Históricamente, es un momento muy emocionante, porque casi nadie lo ha visto por la azarosa vida que ha tenido el códice: realmente impresiona la buena letra y el estado de conservación a pesar de los avatares», ha asegurado José Guirao, que también ha estado en la presentación.
De las Clarisas a la Fundación March
Una vida azarosa porque esta obra, que se escribió en 1207 por un autor desconocido para algunos y con nombre y apellidos para otros, ha pasado por muchas manos y muchas han sido las ofertas para quedárselo. Fue una transcripción del original, que está desaparecido, el que llegó al convento de las Clarisas de Burgos en el siglo siglo XVII y que acabó, a mediados de 1800, en manos de Pascual de Gayangos.
A este erudito, el Museo Británico le tentó con una suma considerable de dinero pero decidió vendérselo a la familia Vidal, mantenerlo en el país, noticia que apareció hasta en The Daily Telegraph. A ellos, la Hispanic Society of América les puso varios cheque en blanco pero no fue hasta que la Fundación Juan March ofreció diez millones de pesetas y en los años 60 hasta entró a formar parte de la institución.
La BNE lo recibió a modo de donación y ahora lo expone con sumo cuidado. Controlan la temperatura, máxima de 21º, la humedad y está rodeado de altas medidas de seguridad. «Este es un acontecimiento muy importante», asegura Ana Santos, directora de la biblioteca. Además, añade que «estamos hablando de una obra que muestra al héroe de nuestra cultura, una figura mítica del héroe hecho a sí mismo y capaz de superar las dificultades con lealtad y compañerismo». Sesenta y cuatro páginas que necesitan el 45% de humedad y que han pasado cientos de años bajo la lupa de unos pocos.
AGENDA CULTURAL LITERATURA
No hay comentarios:
Publicar un comentario