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martes, 6 de octubre de 2020

JUAN DE AUSTRIA TRAS MORIR, FUE TROCEADO PARA TRAERLO A ESPAÑA

Recibí a principio de mes este curioso e interesante artículo de la publicación Curistoria, y durante el proceso de adaptación para subirlo al blog, tropecé con este similar publicado por ABC un año antes. De este último muestro aquí solamente el titular y la definición, decidiéndome por subir la publicación de Curistoria.

(ABC 2 Oct 19)
El triste destino de los restos de Don Juan de Austria, el héroe de Lepanto vencido por una hemorroide
Aunque su tumba está cubierta hoy por una estatua yacente de singular belleza que representa al finado ataviado con armadura, pocos saben que el cadáver del hijo de Carlos V tuvo que ser troceado para llevarlo a España tras su inesperada y poco decorosa muerte el 1 de octubre de 1578.
Juan de Austria es uno de esos mitos de la historia de España del que se cuentan mil hazañas. Era hijo ilegítimo de Carlos V (que tuvo casi tantos hijos dentro como fuera del matrimonio) y hermanastro, por tanto, de Felipe II. El padre lo llevó a ser un miembro destacado de la corte y destacó como militar y gobernante. No se sabe exactamente en qué año nació, pero sí se conoce la fecha exacta de la muerte. Fue el 1 de octubre de 1578, es decir, hoy hace 442 años. Y también se sabe que Juan de Austria fue troceado tras morir para traerlo a España.

Murió joven, con poco más de 30 años, pero consumido por la enfermedad

En 1576 fue nombrado Gobernador de los Países Bajos, cuya situación era cualquier cosa menos tranquila. Para cruzar Francia sin llamar mucho la atención, hizo el viaje a caballo disfrazado de mercader. Tanto caballo agravó su problema de hemorroides, que sangraban y dolían, al parecer, sin descanso.

Aquel tiempo que pasó en Flandes no le trajeron mejora a sus males y, como decíamos, el 1 de octubre de 1576 murió. De nada habían servido todos los remedios que habían puesto en práctica ni la atención de un médico que envió Alejandro Farnesio. Es más, tratando de curarle, le sajaron las hemorroides y ya la hemorragia fue ya incontenible. En unas horas entregó su alma al creador, como escribió el que había sido su médico en Lepanto, que no estaba con él en aquellos momentos.

Las hemorroides era lo más palpable, pero otras enfermedades y fiebres también le atormentaban. Hasta se habla de un posible envenenamiento. Se embalsamó el cuerpo y se le puso una armadura y una corona, además del toisón de oro. Lo llevaron a Namur y allí lo enterraron, en la catedral. Ya sabían entonces que era algo temporal porque Juan de Austria había pedido a su hermano, Felipe II, ser enterrado junto al padre de los dos, Carlos V.

Un tiempo más tarde, por fin llegó a Flandes la orden de Felipe II de transportar los restos de Juan de Austria a España. Se pidió un permiso al rey de Francia para que un grupo de soldados, unos 70, cruzaran su país para ir de Flandes a España. No se dijo que llevarían el cadáver de Juan de Austria para evitar cortejos, paradas, actos solemnes y, quizás, desprecios y ultrajes al cuerpo del hermano del rey español.

Para facilitar el viaje, el cuerpo de Juan de Austria fue troceado en tres partes. Un parte hasta el cabo de la espina, esto es, el fin de la espalda. Otra parte hasta las rodillas y, por último, el resto. Se metió cada parte en un saco de cuero y se metieron en un baúl forrado de terciopelo. Simulaba ser el equipaje personal de uno de los soldados.

En marzo de 1579 partió el cortejo. Pasaron por París y Nantes antes de embarcar hasta Santander. De allí, a San Lorenzo, a El Escorial, a donde llegó en mayo. Al llegar a España se recompuso el cuerpo como se pudo, cosiendo las partes con hilo de cobre. Luego se le puso una armadura, una capa y se veló el cuerpo.

Por si todo esto fuera poco, no lo enterraron de inmediato, sino que todavía invirtieron tiempo en pasear, hacer un cortejo con cientos de soldados a caballo y hacerle honores. En resumen, el viaje por España hasta su tumba final se llevó también unos días.

Es cierto que su tumba, en San Lorenzo de El Escorial, es espectacular. Allí está también su padre, como él quería. Y también Felipe II. Corta vida tubo Jeromín, pero intensa.



Fuente: Roncos tambores, de Fernando Martínez Laínez

                                                                                                                    Illescas, Octubre de 2020
                                                                                                                              



 

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