Desconocidos amigos visitantes; hoy me he decidido por mostraros el artículo más antiguo que conservo en mi archivo aún activo, de la publicación Revista de Historia, ya que los anteriores los conservaba sin extraer de los emails y ya no es posible editarlos.
Vaya por delante que de estos libros y de su ubicación, una vez más no tenía el más mínimo conocimiento.
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Los libros Sibilinos fueron ofrecidos por la Sibila de Cumas al último rey de Roma, Lucio Tarquinio “el Soberbio”, estaban escritos en griego, en hoja de palmera y se suponía que eran mitológicos y proféticos.
Tarquinio ordenó que los tres libros fuesen guardados en el templo de Júpiter de Roma, y a partir de entonces, fueron consultados en situaciones excepcionales para la ciudad.
La Sibila de Cumas, en la Capilla Sixtina.Posteriormente se transcribieron a papiros, y los romanos del siglo II a.C. ya los apreciaban muchísimo, habiendo formado un colegio formado por diez sacerdotes llamados “decem viri sacris faciundis” y acudían a ellos cada vez que la República Romana atravesaba una crisis importante, en busca de alguna profecía que pudiese aplicarse para solucionar la crisis.
En 83 a.C. un fuego destruyó los libros Sibilinos originales, y el Senado Romano envió una misión para recoger cualquier otro libro Sibilino que se pudiesen encontrar, recorriendo para ello Troya, Samos, Eritras y otras partes.
El emperador Augusto los mandó encerrar en dos arcas, y finalmente el general Estilicón los mandó destruir en el año 405, ya que supuestamente los libros Sibilinos profetizaban que él pretendía tomar el poder.

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