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sábado, 7 de agosto de 2021

LA VIRGEN ROJA ESPAÑOLA

Al comenzar a editar este artículo, cuyo contenido me resultó llamativo además de completamente desconocido (como el 99’99% de todos los que recibo), buceé por internet buscando más datos y encontré bastante bibliografía del tema. De todo lo que encontré publicado he tomado la biografía que adjunto al final del artículo de Curistoria, y también otra historia sobre otra Virgen Roja, esta francesa, que editaré y subiré al blog en una nueva Entrada.

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LA VIRGEN ROJA, LA FEMINISTA CREADA Y ASESINADA POR SU MADRE

Hace unos pocos años conocí a Santiago Castelo, ya fallecido, que era escritor y periodista, llegando a ser subdirector de ABC. Era un gran conversador y estaba lleno de historias que enlazaba gracias a su oceánica cultura y gran memoria. Conversando con él, salió el nombre de Hildegart Rodríguez, a la que yo conocía en aquel momento. Al día siguiente me llamaron de ABC, el periódico, para hacerme llegar un dosier. Castelo había pedido que preparasen ese dosier para mí. Trataba del caso de Hildegart Rodríguez y contenía las noticias y notas que había publicado ABC sobre ella: La Virgen roja, la feminista creada y asesinada por su madre.

El 10 de junio de 1933, ABC publicaba en su página 9 una nota con el título de El crimen de ayer: La señorita Hildegart, muerta a tiros por su madre. Por supuesto, si hablaba de la señorita Hildegart, sin más, es obvio que era una chica conocida, ya que con sólo esa referencia era identificada. Seguía la nota diciendo que, a sus 18 años, la conocida propagandista de ideas de izquierda y secretaria de la Liga de Reforma Sexual, había sido muerta a tiros, mientras dormía, por su madre, doña Aurora Rodríguez. Después de matarla en el domicilio de ambas, Galileo 57, doña Aurora se presentó ante un diputado.

En la página 29 del mismo día, se daba la noticia con la extensión necesaria y con los detalles que se conocían hasta el momento. Entre esos detalles estaba que las discusiones entre madre e hija eran comunes, por temas políticos y personales, al parecer, en gran medida porque la madre tenía miedo de que su hija se separara de ella. Esa separación venía acompañado de algunos amoríos, según parece, algo que su madre no podía soportar. Hildegart no podía tener debilidad por ningún hombre.

El día del asesinato, a las 8 de la mañana, doña Aurora mandó a la sirvienta a pasear a los perros y cuando esta volvió y entró en la habitación de Hildegart, la descubrió en la cama, muerta y bañada en sangre. Tras pedir socorro, la portera avisó de que doña Aurora había salido momentos antes de la casa. Entre los que respondieron a la llamada de socorro había un policía que se encargó de avisar a un médico, que certificó la defunción de la joven.

Hildegart había sido alcanzada en la cara por tres disparos, y tenía uno más en el pecho. El cuerpo mostraba restos de los fogonazos, por lo que la madre había disparado a bocajarro. El revólver estaba tirado en otra cama, en la misma habitación. Es obvio que la madre no quiso ocultar el hecho, algo que sería imposible, por otra parte. Y tanto es así que ella se entregó al momento en casa de un diputado, al que le narró todo. El político y la asesina, se fueron al momento al juzgado y allí mismo declaró.

Hildegart, la Virgen roja, era una líder de la liberación sexual de la mujer

Hildegart Rodríguez, la Virgen roja tenía intención de abandonar a su madre y además mantenía una relación que no era aprobada por la asesina. La joven era un producto de su madre, que la había criado y formado para hacer de ella la mujer que debería guiar a las demás por el camino de la libertad sexual, la independencia y el feminismo. Cuando la chica buscó su propia libertad, con el amor de por medio, la madre vio que su visión se deshacía entre sus manos. Su modelo de mujer del futuro, como ella la veía, se convertía en una mujer enamorada.

Aurora Rodríguez y su hija Hildegart

Se mezclan por tanto en este asesinato, muy popular en su época, hechos personales habituales y abundantes de la crónica negra, con elementos públicos feministas y políticos. La joven escribía en algunos periódicos y era un personaje muy activo y conocido. Su madre la había formado para ser feminista, libre y revolucionaria, y había conseguido ese objetivo. Con 15 años ya es una referencia de la libertad sexual y había publicado algún libro. Su madre quería que fuera la abanderada de las mujeres liberadas. Ella misma, doña Aurora, se había desentendido del padre de Hildegart una vez concebida esta.

La niña tenía correspondencia con destacados personajes internacionales, como Havelock Ellis, sexólogo y activista británico, o H.G. Wells. Gregorio Marañón u Ortega y Gasset, entre otros, también la conocían y respetaban. En el ámbito político local también era importante. Los porteadores de su féretro fueron miembros del partido federal y en el entierro hubo varios diputados, concejales y mujeres de varias organizaciones feministas.

La historia de Hildegart acabó en muerte y locura

Entre los documentos del dosier de ABC, están las noticias que van siguiendo el juicio, donde los problemas mentales fueron la defensa de la acusada. No sirvió de mucho ya que el jurado la condenó con agravantes de premeditación y alevosía, y descartó la demencia temporal. Aurora Rodríguez fue condenada por el Tribunal de derecho a 26 años, 8 meses y un día, por parricidio. Acabó pasando el resto de sus días en un psiquiátrico.

La historia de la Virgen roja, la feminista creada y asesinada por su madre, tiene tantos elementos que no es de extrañar que haya protagonizado obras de ficción. El hecho fue llevado al teatro en los años 70, en la obra La Virgen roja, de Adolfo Celdrán. Hubo también una novela de Eduardo de Guzmán, que llevó al cine Fernando Fernán Gómez, en la película Mi hija Hildegart. Y Fernando Arrabal también escribió su historia en La Virgen Roja, una novela de 1987. Hasta en los últimos años, 2014 y 2016, ha protagonizado obras cinematográficas.

Posted: 06 Oct 2019 02:13 PM PDT




Otra narración extraída del diario Público.

EL TRISTE FINAL DE LA "VIRGEN ROJA", LA PRECOZ FEMINISTA VÍCTIMA DEL DELIRIO DE SU MADRE

Hildegart Rodríguez Carballeira murió con apenas 19 años tras ser acribillada a tiros por su propia madre. La joven prodigio, que había sido concebida y educada para convertirse en una suerte de libertadora del proletariado y del sexo femenino, desarrolló una intensa actividad política hasta que sus anhelos de independencia tuvieron consecuencias funestas.

Estaba llamada a convertirse en “la mujer del futuro”. Una educación minuciosa la convertiría en una feminista precoz capaz de emancipar a la mujer española en tiempos, por cierto, más que revueltos. Nacida en 1914, Hildegart Rodríguez era fruto de un experimento urdido por su madre, Aurora Rodríguez, quien se empeñó, con obstinación legendaria, en traer al mundo a la una suerte de libertadora del proletariado y del sexo femenino. Una heroína moderna que acabaría, de una vez por todas, con el atávico sometimiento de la mujer en nuestro país.

La señora Rodríguez, proveniente de una ilustre familia ferrolana, puso en marcha para ello todo un proyecto paranoide que fue pergeñando desde su más tierna adolescencia. Consciente del patriarcado imperante y de cómo éste había lastrado su porvenir intelectual, quiso saldar cuentas con su tiempo y su país engendrando un “modelo de mujer del futuro”. La historia de estas dos mujeres, de final infausto, la cuenta parcialmente ficcionada el escritor y traductor austríaco Erich Hackl en Los motivos de Aurora (Hoja de Lata), completando las elusiones históricas a base de oficio e investigación.

Quiso saldar cuentas con su tiempo y su país engendrando un “modelo de mujer del futuro”

Vaya por delante que el experimento, como era de prever, no salió bien. Es más, se cerró de forma abrupta la mañana del 9 de junio de 1933 cuando la progenitora tuvo a bien descerrajar sobre el cuerpo de la joven (19 años) cuatro disparos a bocajarro –tres en la cabeza y uno directo al corazón– con una pistola comprada en el Rastro. 
Terminaba así la delirante empresa de la señora Aurora, una insólita obra de ingeniería de tintes  frankensteinianos desbaratada a las primeras de cambio debido a las tensiones madre e hija y a la incapacidad de ésta a la hora de cumplir con la misión que le había sido encomendada. Por el camino nos queda, y así lo relata Hackl en el libro, la concepción de una superdotada. Con el plan definido, Aurora solo necesitaba de un “colaborador fisiológico” que le proporcionara el gameto de la discordia. Publicitó su anhelo gestante en diferentes periódicos ferrolanos detallando las especificidades que buscaba en su contraparte masculina y respondió al anuncio un sacerdote de la Marina. El clérigo al parecer cumplió con los requerimientos y, tras un encuentro carnal de índole puramente funcional, la futura adalid del feminismo fue concebida.

Tras el alumbramiento, vinieron años de una exigencia pedagógica simpar hasta el punto de que, con apenas dos años, la niña ya sabía leer y con tres mecanografiaba con destreza. De ahí pasó a dominar varios idiomas y con trece ya era titulada universitaria en Derecho. No contenta con ello, procedió a matricularse en Filosofía y Medicina. La sed de conocimiento de la muchacha, inculcada desde su más tierna infancia, no tenía freno. Pronto se convertiría en una activa conferenciante sobre feminismo y sexología en tiempos revolucionarios en los que la trampa de la diversidad no estaba en la orden del día.

Abogó por la separación entre deseo y procreación, se afilió a las Juventudes Socialistas y fue una prolífica colaboradora del Socialista, órgano de expresión de un PSOE que terminó por decepcionar a la joven Hildegart. Parecía que todo iba encaminado, salvo ciertas desavenencias de carácter ideológico (su madre y creadora tiraba más hacia postulados anarquistas), la “escultura de carne” que había modelado Aurora respondía grosso modo a los anhelos que su creadora había depositado en ella.

"Con apenas dos años, la niña ya sabía leer y con tres era capaz de mecanografiar con suma destreza"

Su actividad académica fue fecunda, publicó más de una docena de libros como La rebeldía sexual de la juventud, Sexo y amor, Métodos para evitar el embarazo o La limitación de la prole y entró en encarnizadas disputas dialécticas con aguerridos marxistas de la época. Sus escritos interesaron a reconocidos escritores y académicos de la talla de H. G. Wells, quien, impresionado ante la capacidad discursiva de la joven prodigio, no dudó en ofrecerle una beca en Inglaterra con Havelock Ellis, reputado sexólogo que acuñó el apodo de “la virgen roja”.

Pero, ¿qué pasó?, ¿qué fue lo que desencadenó un desenlace tan trágico?, ¿qué llevó a Aurora a acabar con la vida de su criatura? Hackl apunta a un legítimo anhelo de libertad por parte de la joven para explicar el asesinato. La incapacidad por parte de la madre a la hora de retenerla, y la intención de la hija de abandonar sus dominios para aceptar la proposición de Wells, terminaron por resquebrajar –y de qué manera– la simbiótica relación entre ambas. Triste final para Hildegart; concebida para salvar el mundo y asesinada por pedir un poco de autonomía.

Tras el asesinato, vino el juicio, momento en el que quedó al descubierto el desvarío de Aurora Rodríguez. Fue condenada a 26 años de cárcel en 1934 y posteriormente, debido a un agravamiento de su demencia, internada en el psiquiátrico de Ciempozuelos. La Guerra Civil hace que se pierda su pista hasta que 20 años más tarde, el periodista Eduardo de Guzmán, viejo amigo de ambas, recibe una carta de Aurora en la que le informa de que "está viva y bien de salud". Según se ha podido saber, murió de cáncer en el centro psiquiátrico en 1955, a la edad de 76 años.

 

PUBLICO
15/01/2020 07:47 ACTUALIZADO: 15/01/2020 13:20
JUAN LOSA @jotalosa

Illescas, Agosto de 2021




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