Aplicando el refranero español traigo el que dice “Quien calla otorga”, y viendo que nadie objeta nada en contra a mis últimas Entradas (aunque tampoco nada a favor) me he animado a subir este nuevo artículo de la página Historia de nuestra Historia, también interesante, y aunque es tema sabido, también es tema seguramente olvidado.
El 15 de octubre de 1582 el tiempo cambió. La gente de varios países europeos se acostó y despertaron diez días más tarde.
La razón fue que algunos de los principales países católicos del continente, entre los que estaban Italia, Portugal, Polonia y España, pasaron del calendario juliano al gregoriano.
El calendario juliano había sido el calendario oficial de Europa desde su implantación por Julio César en el 45 AC. Aquella forma de medir el tiempo era bastante precisa. Constaba de once meses con treinta o treinta y un días y febrero, que se componía de veintiocho días, o veintinueve en años bisiestos. Este calendario sólo difería del calendario solar real por once minutos y medio al año. La inexactitud minúscula podría parecer irrelevante, pero a principios del siglo XVI Europa ya tenía un “retraso” de diez días.
Esta brecha creciente entre el calendario solar y el Juliano tuvo que ser resuelta por razones prácticas. Las cosechas y las fiestas religiosas asociadas a ellas se realizaban sobre una base estacional. De hecho, Europa, todavía una sociedad principalmente agrícola en este punto de la historia, basaba su existencia alrededor del paso de las estaciones. Si la separación del calendario hubiera continuado, las fechas para las cosechas y los festivales habrían tenido que ser revisadas.
En 1582 el Papa Gregorio XIII ordenó avanzar el calendario diez días, para corregir la discrepancia con el calendario solar. Además, se pusieron en marcha nuevos sistemas para reducir las imprecisiones del calendario. Los principales cambios fueron las reglas para determinar los años bisiestos. Además de un año bisiesto por cada cuatro, los años que también eran divisibles por cien no serían ya años bisiestos, a menos que también pudieran dividirse por cuatrocientos. Esto significó que años como 1700 y 1800 no eran años bisiestos, pero 1600 y el año 2000 si lo eran. El calendario gregoriano podía parecer un poco confuso, pero la fórmula era innegablemente eficaz. Un año en el calendario gregoriano sólo difiere de un año solar en veintiséis segundos. Esto significa que hacen falta 3.323 años para que haya una diferencia de un día entre los calendarios. Aunque el calendario fue impuesto por Gregorio XIII, él fue simplemente el hombre con poder para aplicarlo. Su creador fue Luigi Lilio, un médico italiano, astrónomo y filósofo que murió en 1576, seis años antes de que su calendario fuera implementado.
Esta brecha creciente entre el calendario solar y el Juliano tuvo que ser resuelta por razones prácticas. Las cosechas y las fiestas religiosas asociadas a ellas se realizaban sobre una base estacional. De hecho, Europa, todavía una sociedad principalmente agrícola en este punto de la historia, basaba su existencia alrededor del paso de las estaciones. Si la separación del calendario hubiera continuado, las fechas para las cosechas y los festivales habrían tenido que ser revisadas.
En 1582 el Papa Gregorio XIII ordenó avanzar el calendario diez días, para corregir la discrepancia con el calendario solar. Además, se pusieron en marcha nuevos sistemas para reducir las imprecisiones del calendario. Los principales cambios fueron las reglas para determinar los años bisiestos. Además de un año bisiesto por cada cuatro, los años que también eran divisibles por cien no serían ya años bisiestos, a menos que también pudieran dividirse por cuatrocientos. Esto significó que años como 1700 y 1800 no eran años bisiestos, pero 1600 y el año 2000 si lo eran. El calendario gregoriano podía parecer un poco confuso, pero la fórmula era innegablemente eficaz. Un año en el calendario gregoriano sólo difiere de un año solar en veintiséis segundos. Esto significa que hacen falta 3.323 años para que haya una diferencia de un día entre los calendarios. Aunque el calendario fue impuesto por Gregorio XIII, él fue simplemente el hombre con poder para aplicarlo. Su creador fue Luigi Lilio, un médico italiano, astrónomo y filósofo que murió en 1576, seis años antes de que su calendario fuera implementado.
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