Este blog se creó, cómo indica su título, como complemento a La Tertulia, y en la misma acordamos prescindir de dos temas que se prestaban a controversias y discusiones nada agradables, La Religión y la Política.
Hoy me ha llegado este interesantísimo artículo que podríamos encajar dentro de uno de estos temas, pero al considerarlo como un reproche a los dos principales partidos de España, creo que no provocará animadversión ni enfrentamiento entre los simpatizantes de uno u otro. Por ello, me he animado a incorporarlo al blog y a nuestro archivo digital.
LA POLÍTICA DE APACIGUAMIENTO DEL PSOE Y DEL PP ES UN SIGNO DE DEBILIDAD
Los gobiernos del PSOE y del PP llevan aplicando durante años una política de apaciguamiento con el reino alauí, que se fundamenta básicamente en un chantaje: qué debemos darle a Marruecos para que afloje la presión migratoria y nos deje en paz por un tiempo. Esta forma de relacionarse con un país vecino es algo fatal para cualquier Nación, sobre todo cuando ese vecino insiste en reclamar una parte de tu territorio - Ceuta, Melilla y las Canarias- que es parte de España desde cientos de años antes de que el Reino de Marruecos fuese un país independiente, algo que ocurrió en 1956.

Lo peor que puedes hacer con un vecino que se dedica a chulearte de esta forma es mostrarte débil, y la táctica del apaciguamiento es un signo evidente de debilidad que incentiva a cualquier matón a meterse contigo.
Es algo que en Europa ya vimos en los Acuerdos de Munich de 1938, cuando Chamberlain y Daladier ofrecieron Checoslovaquia a Hitler como sacrificio a cambio de evitar una guerra. Una indignidad con la que, además de un país soberano, finalmente el Reino Unido y Francia regalaron a la Alemania nazi un tiempo precioso para armarse e iniciar una guerra mucho peor.
No podemos tolerar que Marruecos ambicione parte de nuestro territorio
Marruecos tiene unas ambiciones estratégicas que ya de partida deberían tener consecuencias duras cada vez que se manifiestan. Que Marruecos reclame Ceuta y Melilla debería parecernos tan insultante como si reclamase Albacete, Vigo o Santander. Que nos hayamos acostumbrado a escuchar esas reclamaciones sin dar un puñetazo en la mesa es algo que Marruecos percibe como que en España hemos asumido que, tarde o temprano, el reino alauí acabará saliéndose con la suya. Es la misma política derrotista y resignada que venimos arrastrando desde 1898, y ya va siendo hora de romper con esta política de dejarnos arrastrar por agendas estratégicas ajenas: España merece un respeto.
Toda afrenta marroquí debe empezar a tener una respuesta dura
Somos una de las Naciones más antiguas de Europa, y tenemos una posición estratégica muy importante en el Mediterráneo y el Atlántico, y como uno de los extremos geográficos del continente. No podemos seguir actuando como el niño de la clase del que todo el mundo puede abusar. Para que una Nación sea respetada, debe empezar por respetarse a sí misma, y para ello debe tener claros sus intereses en el mundo. España debe adoptar una nueva visión estratégica en la que seamos nosotros los que marquemos el paso a los vecinos impertinentes. Y eso pasa necesariamente por cambiar radicalmente las tornas de nuestra relación con Marruecos. Toda afrenta marroquí debe empezar a tener una respuesta dura y necesariamente desproporcionada, que desincentive a Marruecos a continuar con sus provocaciones.
Seis medidas que se deberían tomar ante este asalto a nuestras fronteras Ya de partida, una situación como la que estamos viviendo debería tener una respuesta amplia que deje la pelota en el tejado de Marruecos, con medidas como las propuestas por el tercer partido con representación en el Parlamento, en noviembre y algunas más:
1. Bloqueo de visados a los ciudadanos marroquíes, y la cancelación de los permisos de residencia ya expedidos a ciudadanos marroquíes que viven en España.
2. Sanciones económicas a Marruecos, empezando por la retirada de toda ayuda a la cooperación. Nuestro dinero no puede servir para que nos mangoneen.
3. Denuncia de los asaltos marroquíes ante los organismos internacionales, por tratarse de ataques contra nuestra soberanía nacional.
4. Declaración de la crisis migratoria de interés para la Seguridad Nacional, que implicaría el despliegue de todos los medios militares necesarios para garantizar la integridad de nuestras fronteras y la seguridad de los habitantes de Ceuta y Melilla.
5. Veto español en Europa a cualquier proyecto de cooperación y a cualquier ayuda a Marruecos, exigiendo a Bruselas la dureza con ese país que merece el asalto que ha llevado a cabo contra nuestras fronteras, que en el caso de Ceuta y Melilla son también fronteras exteriores de la Unión Europea.
6. Recuperación de nuestra independencia energética frente a Marruecos. No puede ser que en España estemos cerrando centrales térmicas e incluso nucleares porque los ecologistas las consideran energías sucias, y luego le estemos comprando a Marruecos energía generada por centrales térmicas.
Es una tomadura de pelo para los españoles. Por supuesto, estas medidas no excluyen la adopción de otras más duras si Marruecos insiste en seguir amenazando nuestras fronteras. Mohamed VI debe tener muy claro que España no se dejará humillar bajo ningún concepto.
Obviamente, es imposible aplicar una política así con un gobierno que valora más su permanencia en el cargo que los intereses de España. Para desarrollar una política como ésta hace falta un gobierno que sienta respeto por España, que esté movido por un sincero patriotismo y que ponga por delante los intereses y el bienestar de los españoles.
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