Siguiendo con la reciente tarea que me he encomendado de editar los artículos más interesantes de los muchos archivados antes de que sean borrados por las distintas revistas emisoras, he tropezado con el que sigue. Al leerlo, he recordado haber publicado hace tiempo algo sobre Los Tercios Españoles, lo he buscado y localizado en el blog (Entrada del 28/10/2019) y una vez comprobado que no trataba esta modalidad de ataque, he montado el artículo de Revista de Historia del 23/01/2015, completado con otro de la revista Batallas de Hispania del 15/08/2020.
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ENCAMISADAS, ATAQUES NOCTURNOS DE LOS TERCIOS
Flandes sangraba abundantemente desde hacía tiempo, la guerra duraría cerca de 80 años a partir de 1568, y era la tumba de miles de hijos de España. El empecinamiento del Imperio español en sostener un frente que se podía haber negociado abriendo la mano con una generosa autonomía, evitando varias bancarrotas y atando en corto los factores estratégicos, dio al traste con cualquier solución que no fuera la de más de lo mismo: la guerra.
Aprovechando la oscuridad de la noche, los soldados de los Tercios, se adentraban con sigilo en el campamento enemigo degollando, robando y quemando a todos los hombres y enseres que encontrasen a su paso.
Fue en este periodo cuando los tercios desarrollaron una estrategia militar muy osada, la encamisada. Con este nombre se conocían a las incursiones nocturnas contra las tropas enemigas. Solo apto para soldados que no temían a la muerte. Eran ataques por sorpresa, por la noche o al amanecer en grupos de unos 50 hombres, para sabotear y robar en los campamentos y posiciones de las tropas enemigas mientras dormían.
En las encamisadas también intentaban conseguir la información de inteligencia, como órdenes de batalla, correspondencia y mapas. Sólo cuando iniciaban la retirada, incendiaban los edificios, almacenes y tiendas del enemigo. Era entonces cuando solían usar sus pistolas, arcabuces y mosquetes. Generalmente el ataque se planificaba para que la fase de incendios coincidiera con el amanecer, para poder ver el camino de vuelta y permitir que las fuerzas de cobertura cubriesen su retirada a la base o campamento propio.
Un autor de la época lo relataba así:
"De todas ellas, que menudearon en Flandes (encamisadas), fue famosa la de Mons: quinientos tudescos a sueldo de los orangistas muertos, y su campamento hecho cenizas".

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