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jueves, 7 de octubre de 2021

MAS HISTORIAS DE LOS TERCIOS ESPAÑOLES

Apasionado de este tema, en otras tres ocasiones he publicado artículos sobre los Tercios españoles. De mayor a menor antigüedad estas son las Entradas en las que Los Tercios se han asomado a esta ventana:

28/10/2020.- ALGUNOS DETALLES DE NUESTROS TERCIOS.

11/07/2020.- FOTOGRAFIAS IMPOSIBLES DE LOS TERCIOS.

08/07/2021.- ENCAMISADAS

Hoy subo otros dos artículos, EL SAQUEO DE AMBERES y LA RENDICIÓN DE BREDA.

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HISTORIAS DE LOS TERCIOS ESPAÑOLES, LA FURIA ESPAÑOLA 
 (EL SAQUEO DE AMBERES)

El 4 de noviembre de 1576 se producía el Saqueo de Amberes que dio lugar a una leyenda, la Furia española, debido, según los autores a la escena dantesca que se produjo. Según la historia, en Amberes había unos soldados españoles de los Tercios amotinados que saquearon dicha ciudad, durante unos días, en la que murieron centenares de rebeldes protestantes quedando la ciudad en ruinas. 

El Saqueo de Amberes supuso el detonante para la sublevación de las provincias flamencas que aún eran leales a la corona española, en el marco de la Guerra de los Ochenta Años. Sin embargo, el Saqueo de Amberes no fue del todo así. 

Amberes, por estas fechas, era una gran ciudad, según Cesar Cervera (2015) de las más importantes urbes de Europa en la Edad Moderna. Aunque al estallar la rebelión contra Felipe II, la ciudad ya no era tan relevante. En este sentido, la situación económica de España en la que varias veces se suspendieron pagos –lo que los autores denominan bancarrota- gracias, en gran parte, a los saqueos piratas a los barcos procedentes de América favorecían, entre otras cosas, que se retrasase el sueldo de los soldados.


Así autores como Quatrefages (2013) hacen hincapié en la tardanza de los sueldos hacia los soldados, los cuales no cobraban desde hacia tiempo, además de estar hambrientos. Este problema se daba algunas veces en todos los ejércitos, no solo en los Tercios, pero suponía un problema grave ya que provocaba motines. 

Pero, además, acababa de morir Luis de Requesens, gobernador de los Países Bajos como nos muestra Pedro García, un hecho fundamental ya que la figura de este gobernador en Flandes era crucial a la hora de apaciguar ánimos o evitar rebeliones innecesarias, es decir, lo que hoy en día sería la figura de un diplomático. 

Debido a estos factores, crisis económica y falta de dinero, la intención de evitar así amotinamientos y una guerra larga, Felipe II quiso actuar rápido, de manera expeditiva, y con ello evitar una guerra de desgaste. Al no llegar soldados de reemplazo y tras la bancarrota de 1575, los soldados se empezaron a amotinar en zonas de Flandes estallando la situación el 4 de noviembre de 1576. 

Dentro del caos en el que andaba sumida la monarquía española, la ciudad de Amberes sufrió un gran saqueo siendo protagonistas las tropas del rey Felipe II. A partir de este episodio, la Leyenda Negra lo denominó como Furia española. Sin embargo, se juntaron muchos factores, como destaca Cesar Cervera (Op. Cit.), entre los que hay que destacar un incendio que arrasó la ciudad, posiblemente causado por las tropas. 

En este sentido, Amberes no fue el único ni el primer episodio este año pues en julio de 1576 ya hubo un amotinamiento español en la ciudad de Aalst, la cual fue ocupada. Tras ello, los rebeldes holandeses, con ayuda valona y alemana, se armaron con la intención de expulsar de los Países Bajos a la población española, fuese civil o militar. En tal contexto, los rebeldes holandeses decidieron tomar el castillo de Amberes.

En el mes de octubre se presentan los rebeldes holandeses, unos 20.000, y hacen aparición en Amberes, ciudad defendida por las tropas españolas de Sancho Dávila. Ante esta acción, los amotinados españoles de Aalst, unos 1500 hombres, deciden marchar a toda prisa hacia Amberes en ayuda de los sitiados. El 4 de noviembre aparecen los españoles en Amberes, unos españoles descontrolados y furiosos que querían cobrarse en motines lo que no percibían desde hacía unos años, dinero y comida. 

A pesar que los holandeses triplicaban a los españoles en número, sin embargo, estos, se lanzaron a la defensa de Amberes con el pretexto de socorrer a Dávila. En este aspecto, como bien cuenta Pedro García, tanto sitiados como amotinados españoles se lanzaron al ataque por las calles de Amberes haciendo correr a cuanto holandés había por allí. Aunque muchos holandeses huyeron, otros se refugiaron en el ayuntamiento mientras repelían a los españoles que llegaban. Ante tal situación, los españoles prendieron fuego al ayuntamiento de Amberes y el incendio se propagó por toda la ciudad. Tras este caos monumental que imperaba en Amberes, los españoles, hambrientos, decidieron saquear la ciudad en la cual los muertos, según los autores, se contaban por centenares. 

Tras este episodio, hubo gran indignación y el mismo 8 de noviembre se firmó la pacificación de Gante en la que se exigía la salida de esta zona de los españoles. Una salida que se tuvo que aceptar para no perder la totalidad de las Provincias Unidas. Este incidente “tiró por tierra” el trabajo logrado durante años y contribuyó a alimentar la Leyenda Negra, pues como se ha podido observar, debido a su virulencia, este hecho fue conocido como La Furia española. Las tropas españolas además estuvieron un par de años actuando de manera indisciplinada, gracias, entre otros factores, al tardío nombramiento del Duque de Alba como gobernador de las Provincias Unidas. Amberes, tras este incidente, con el paso del tiempo se convirtió en cabeza cultural de la contrarreforma católica. 

Autor: Álvaro González Díaz para revistadehistoria.es 



HISTORIA DE LOS TERCIOS ESPAÑOLES-LA RENDICION DE BREDA

El asedio o sitio de Breda se explica en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años en la que Las Provincias Unidas de los Países Bajos, lideradas por Guillermo de Orange, luchaban por independizarse de la Monarquía Hispánica. Pero no combatían solos los holandeses sino que Inglaterra y Dinamarca apoyaron a los rebeldes. En este contexto, los rebeldes holandeses mantenían una tregua desde 1609 con los españoles (Tregua de 12 años) que se mantuvo hasta 1621 –Periodo de la Pax Hispánica-, año en el que sube al trono el rey Felipe IV y decide reanudar la guerra. 

El cuarto hijo de Guillermo de Orange, Don Mauricio de Nassau-Orange, estatúder de las Provincias Unidas de los Países Bajos, había tomado Breda en torno a 1590. Sin embargo, al subir al trono Felipe IV de España, la guerra se reanudaría tras la Tregua de los 12 años (1609-1621) siendo la plaza fuerte de Breda un baluarte muy importante para el rey español debido a su posición estratégica ya que desde Breda se podría controlar otras zonas. Breda era una plaza muy importante desde la cual, debido a su posición céntrica, se controlaba Zelanda, Holanda y Brabante, además de conectar con Bélgica.

Para sitiar Breda, Felipe IV había nombrado como jefe de la expedición al gran Don Ambrosio Spínola, quien en seguida se puso al frente de unos 18.000 soldados y partió hacia dicha ciudad. Junto a él, ilustres militares como el marqués de Leganés o Carlos Coloma. Así, en julio de 1624 comenzó el asedio de Breda que, gracias a que era una ciudad-fortaleza ya que contaba con un baluarte defensivo moderno, se encontraba fuertemente defendida por unos 14.000 holandeses y 4.000 jinetes franco-alemanes a las órdenes de Mauricio de Nassau, como establece Rubén Sáez (2016). Además, Spínola reforzó sus tropas con una reserva de 500 efectivos más que se encontraban acantonados en la cercana Bolduque, por lo que servirían de refuerzo. 

Con las fuerzas con las que contaba Spínola no se podía tomar la ciudad con un asalto clásico, por lo que se optó por el asedio (Vázquez García, 2011). La idea de Spínola era simple, cortar los suministros de los sitiados y evitar que recibiesen ayuda alguna desde el exterior. A pesar de ello, Breda resistió de manera heroica unos 10 meses.

Se construyeron hasta 3 círculos defensivos o trincheras de circunvalación, que rodeaban Breda, siendo la tercera la más cercana a la ciudad. Esto pone de manifiesto el acercamiento y avance español sobre Breda. Tras la fortificación española y el consiguiente aislamiento externo de Breda, que duró unos 17 días y en el cual trabajó el propio Spínola, comenzaron los ataques. 

Así, Spínola lanzó un ataque contra la resistencia holandesa de Mauricio de Nassau por medio de túneles subterráneos. No valió de mucho pues los holandeses también habían construido túneles para interceptar a los sitiadores, inutilizando gran número de los túneles españoles. Los defensores seguían resistiendo con los víveres y reservas que les quedaban y a la espera de una ayuda. La guerra de trincheras y minas se saldó con miles de muertos que yacían bajo la tierra de la ciudad de Breda. También se bombardeó la ciudad desde los parapetos improvisados. Pero los herejes holandeses continuaban su defensa.

 Spínola, entonces descartó el asedio táctico clásico y optó por bloquear la ciudad recurriendo al cercamiento, es decir, impidiendo la entrada de suministros y víveres a la ciudad (Op. Cit., 2011). 

Los intentos por liberar la ciudad fueron muchos, pero en vano. En este sentido, transcurridos unos 7 meses de asedio, en febrero de 1625 unos 6.000 ingleses y 2.000 daneses fracasaron en su intento de ayudar a los holandeses de Breda pues fueron interceptados por un contingente español de refuerzo que contaba con unos 300 infantes, 158 piqueros y unos 65 ballesteros (Op. Cit., 2016). Los españoles provenían de Bolduque y resistieron en un montículo próximo al camino que llevaba a Breda (Esparza, 2017), ya que los ingleses tenían el propósito de cortar los suministros que llegaban a la plaza. La ayuda anglo-danesa no tenía la entidad suficiente para enfrentarse a los tercios españoles, bien adiestrados y disciplinados en el campo de batalla. Por lo que optaron por retirarse de Breda. 

Los ingleses y daneses se dirigían hacia Amberes para, de este modo, desviar la atención de los españoles que sitiaban Breda. Al frente de tales ejércitos estaba Mauricio de Nassau quien pretendía dar un “golpe de mano” a Spínola. Pues de haber salido como se esperaba, los españoles deberían abandonar Breda para socorrer Amberes. 

Mientras tanto, las enfermedades hacían mella en Breda. Así, el escorbuto y el tifus comenzaron a aflorar entre las tropas sitiadas. También, tras el fracaso del intento de la toma de Amberes, Mauricio de Nassau moría a causa de una enfermedad el 23 de abril de 1625. 

Los holandeses no pudieron resistir más tiempo, carentes de condiciones higiénicas, sin víveres, sin suministros, sin ayuda externa y con miles de muertos en la ciudad, aquello debía acabar lo antes posible ya que si no era así, las enfermedades contagiosas podrían expandirse. Así, Breda no aguantó más el asedio español y se rindió el 5 de junio de 1625 (Op. cit., 2017). Un costoso asedio que dejaba tras de sí unas 10.000 bajas holandesas y entre 3.000 y 3.500 bajas españolas entre muertos, enfermos…. 

La capitulación fue admirada por los españoles, quienes reconocieron la valentía de su enemigo. Tal es así que la guarnición que quedaba salió en formación con sus banderas al frente. El enemigo fue tratado con dignidad y caballerosidad, como se aprecia en el cuadro de Velázquez, que 10 años después del asedio lo plasmó sobre un lienzo.

El cerco de Breda fue una lección de estrategia militar. Así lo atestiguan los numerosos estudiosos de la época que conocieron a Spínola. En este sentido, generales de otros países se acercaron para conocer la táctica de los españoles, la organización y formación, la manera de combatir, su disciplina…. 

La Rendición de Breda supone el culmen de los Tercios españoles y del Imperio y, sin embargo, paradójicamente supone también el comienzo del fin. Tras Breda, Europa se recompone y las naciones aliadas de los holandeses comienzan a rearmarse. España empieza diversas guerras en Europa contra todos, unas guerras que desangrarán su economía, recursos y sobre todo soldados. 

Breda es desde el principio un baluarte digno de tomar debido a su importancia geoestratégica en Flandes y así se hizo. Nuevamente el ingenio militar de Spínola y el valor de los españoles se ejemplifican en este asedio. Pues lo principal fue impedir que hasta Breda llegaran refuerzos de víveres y municiones, hecho que se consiguió. En este sentido, se intentaron varias acciones pero fracasaron, los aliados holandeses apenas pudieron llevar víveres ni tropas, pues se toparon con los españoles. Pero, además, tampoco pudieron llevar un acto en Amberes, que fracasó. La disciplina española, de nuevo, consiguió frenar los refuerzos extranjeros, pues solamente 500 españoles frenaron a 6.000 ingleses. 

Breda, por tanto, cumple a la perfección las órdenes de la Corte de Madrid, en la que se planeó una estrategia que se cumplió: presión constante contra el territorio rebelde sumado a la coordinación perfecta de los esfuerzos en cada lugar para, de este moco, neutralizar lo antes posible al enemigo. Así fue. Aunque no hay que quitar valor a los holandeses que defendieron Breda con uñas y dientes durante algo más de 10 meses. 

A pesar de ser una de las más importantes victorias de Spínola, seria de las últimas victorias españolas de la Guerra de los Ochenta Años. Sin embargo, los esfuerzos españoles en los Países Bajos disminuyeron debido a la carencia de fondos. España nuevamente fue admirada por los europeos ya que parecía que los gloriosos ejércitos de la Monarquía Hispánica seguían igual que en el esplendor del siglo XVI. 

A pesar de todo, Breda 10 años después será tomada por Federico Enrique de Orange-Nassau. Pero, España consiguió tomar la iniciativa en Europa, gastando sus últimas balas en los territorios rebeldes, intentando pacificar una zona que ya no tenía solución alguna debido al crecimiento de hostilidades hacia España, con una consigna clara, la independencia.

Autor:Álvaro González Díaz para revistadehistoria.es

Illescas, Octubre de 2021



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